Ahi está Carlos metiéndose con su mirada de la Comunicación Perceptual a la entraña de un rito urbano…ese sitio mágico (los hay en todas partes) en el que te sumerges en el baile, te atragantas de sonidos, de transformas… Es cierto, uno entra de una manera, y sale distinto. Disfrútenlo.

Escribe: Carlos Ramirez

El eslabón prendido”, conocida anteriormente por los salsomanos de todo Medellín, donde por entrar te arrancan 5000, esto para tener derecho a bailar todo lo que puedas, porque adentro tienes que consumir para no morir de sed después de una pieza de baile.

Oscuro y denso el ambiente se torna a medida, que pasa la noche, raros personajes visitan el lugar sacando a flote sus dotes como bailarines,  como timbaleros en la mesa, como tintineantes percusionistas en la botella mientras la golpean con una moneda, toman una cerveza, sudan sin cesar mientras el timbal y la flauta ensordece sus oídos y no los deja parar.

El grupo de turno se abre paso con el sonar del contrabajo pidiendo atención mientras las congas suenan y se internan en los oídos de los presentes como penetrantes tubos de dinamita que hace mover el cuerpo. La flauta y la trompeta hacen su debut mientras la gente que no baila escucha tranquila desde su mesa y aplaude las fabulosas actuaciones de los muñecos de aire que escupen melodías con sus fierros en la boca.

Miro a mi alrededor y no ahí un espacio libre para bailar, miro hacia atrás y ahí  mucha gente en la barra, miro mis pies y se están moviendo, siento mi cabeza y esta revoloteando, miro mi mano y se esta extendiendo a la mano de una chica, miro la chica y ya viene con la mano extendida, veo un espacio en la pista, pongo los pies allí, traigo los de ella hacia mi, una mano en la cintura y el son hace el resto. Termino bañado en sudor sin saber el nombre de bailarina, tomo cerveza nacional caliente por el ambiente y servida hace ya un buen rato.

Entran solos y salen acompañados, entran sobrios y salen ebrios, entran tristes y salen felices, quizás entren y nunca vuelvan a salir, quizás el tiempo deje sus mentes allí atrapadas por los bongoo, las congas y las agudas flautas que retumban en el eslabón que muy a menudo esta prendido de calor y de sudor.

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