Por: Dannisol A.B.
Desde hace algunos días se habla de las “ciudades modelos”, un concepto de alto impacto que pretende dar solución a la crisis económica que enfrenta muchos países.
Dicha propuesta consiste en la implementación de un modelo de desarrollo independiente, donde se crea una “nueva ciudad” desde la nada, algo así como nacer, como partir del origen e iniciar de nuevo con una normatividad económica, política, social y cultural diferentes, necesarias para vivir en óptimas condiciones y promover prosperidad.
Un experimento económico y social, creativo y moderno, que avanza con la idea de generar calidad de vida y equidad, ya que en la actualidad esto es parte y causa de los problemas que aquejan a todas las naciones.
En una entrevista realizada por la revista semana, el economista Paul Romer , ideólogo de esta propuesta, explicó la importancia y la necesidad de este tipo de sistemas para potencializar el desarrollo económico de un país, pues este posibilita y da garantías para la inversión extranjera.
Las ciudades modelos son espacios con normas diferentes, zonas donde la economía posee una regulación especial, funciona como una zona franca, autónoma, donde los inversionistas tiene determinados privilegios que sirven para optimizar la productividad del territorio generando ingresos y empleos.
En principio, al estudiar el concepto de “ciudad modelo” se pensaría que con esta propuesta se eliminarían los vicios de la dinámica socio-económica que hoy nos afecta tanto, pues esta sigue creciendo, alimentando la brecha de inequidad y desigualdad existentes entre ricos y pobres en todo el mundo.
Actualmente, se vive en Honduras un debate respecto a la construcción de “ciudades modelo” con el proyecto de gobierno “Regiones Especiales de Desarrollo” RED, el cual comenzó con el apoyo de Romer y el Congreso Nacional hondureño pero hoy se encuentra en la picota pública, sin el apoyo del que fuera su principal promotor.
La iniciativa de Honduras busca sobrevivir al escándalo, al descontento del pueblo y la desconfianza, que crece con la falta de transparencia en el proyecto, denunciada por el mismo Paul Romer en el proceso de constitución del modelo.
El mismo ideólogo de “ciudades modelo” perdió la confianza en el desarrollo experimental de su trabajo en Honduras, un país como Colombia que vive y sufre la violencia, la corrupción de sus poderes y otras muchos más pesares.
He aquí un cuestionamiento. ¿Nuestro sistema de creencias nos permitiría volver a construir un espacio con nuevas dinámicas sociales, económicas, culturales y políticas?, ¿será este modelo la respuesta a los conflictos?, ¿será una oportunidad para hacer las cosas bien? ¿Este modelo generará espacios de equidad y desarrollo para todos?
Las ciudades modelo representan una estrategia de mercado global donde se negocia un territorio y se vende la oportunidad de ser parte de él, atrayendo inversión extranjera bajo dinámicas de sustentabilidad, lo que parece muy beneficioso para dicho espacio, pero lo ¿será para el resto del país? ¿Cómo se beneficiarían las aéreas periféricas de este tipo de desarrollo?
Aunque el planteamiento de “ciudades modelos” no es nuevo, aún existen muchas dudas sobre su enfoque.
¿Puedes imaginar a Colombia imitando a Honduras? ¿Cómo serían las comunicaciones en una ciudad modelo?
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