Escribe: Dannisol A.B.
Podríamos empezar pensando en que las cosas ya no sólo se conectan a la energía sino también al internet, lo cual seguramente las hace mucho más útiles.
Cada vez son más los avances tecnológicos en materia de conectividad, seguridad, control y funcionalidad. Un ejemplo de ello son los teléfonos inteligentes, las tarjetas con chip y las cámaras de seguridad digitales que te permiten ver lo que ocurre desde cualquier lugar, siempre y cuando estés conectado a la internet.Incluso, hasta la televisión digital hace parte de la era del “internet de las cosas”.
Y sí, estamos en una era donde lo que no posee conectividad es obsoleto, hasta se dice que las empresas y las personas que no están conectadas o en internet, no existen.
Sin embargo, a veces tanta funcionalidad tecnológica nos hace inútiles, una simple operación matemática como una suma de dos dígitos terminamos consultándola en la calculadora del celular y ni qué decir de los vídeo juegos que, a pesar de estimular parte del cerebro, nos vuelven seres sedentarios, pasivos y a la final, perezosos.
Mejor dicho, permitimos que nuestro sistema corporal sobreviva a partir del desuso y poco a poco nuestra mente va perdiendo su capacidad para retener información, operar y razonar ágilmente. De esta manera es inevitable que nuestro cerebro se ponga lento y pesado por la falta de actividad.
Bien dice la frase popular “lo que no se usa se atrofia”. No estamos muy lejos de lo que una vez se imaginaron con respecto al desarrollo tecnológico en la vida del hombre contemporáneo, los creadores de películas como Wallie o de series animadas como Los Supersónicos.
Aunque los avances tecnológicos y de conectividad tienen el fin de hacer más fácil la vida -“eso creemos”- en ningún momento se han tomado en serio sus alcances e implicaciones en el desarrollo ético y socioeconómico de la sociedad y los individuos que la componemos.
Como usuarios y clientes de la internet e inclusive de sus múltiples tecnologías no imaginamos lo que esta ha afectado nuestras vidas y como han de cambiar en el futuro.
Preguntémonos sin miedo:
- ¿La tecnología puede remplazar al hombre y sus tareas?
- ¿Podemos reducir el hombre a sus tareas?
- ¿Qué pasaría con la creatividad humana si todo ya lo hace la tecnología?
- ¿Qué puede crear el hombre si piensa que en la internet todo está creado?
Realmente, no se trata del bien o el mal del desarrollo tecnológico, es el uso que le hemos dado, no podemos permitir que “la internet de las cosas” nos absorba.
¿Crees qué el desarrollo y la evolución de las tecnologías es cuestionable?
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