¿Son los consumidores los ratones de laboratorio de la publicidad?

CONSUMIDORES-RATONES-DE-LABORATORIO-DE-LA-PUBLICIDAD-MORALES-COM-METALECABEZA¿Hasta qué punto la publicidad es consciente de su influencia en la cultura a mediano y largo plazo?

Escribe: Dannisol A.B

A lo largo de la historia, la publicidad tradicional se ha limitado a ver a las personas como consumidores potenciales, un público a merced de sus “ideas”, olvidando que ellos, sus “consumidores”, viven y son parte de un colectivo social.

La respuesta del hombre o mejor dicho la respuesta humana a la exposición publicitaria, difiere de la respuesta condicionada que pueden llegar a experimentar los ratones de laboratorio que solo responden a estímulos con comportamientos específicos y sin construcción simbólica, tras una prueba conductista.

Por tanto, no es ingenuo preguntar ni pensar al respecto, ¿son los consumidores los ratones de la publicidad?

Si miramos años atrás, vemos como la publicidad ha crecido deshumanizando a las personas, creando falsas expectativas de vida que hasta ahora solo han generado “necesidades” realmente innecesarias, inconformismo desmedido y falsas ideas de bienestar y éxito.

Poco a poco fomentó creencias erróneas y estereotipos sociales que solo alimentan la frustración y el desequilibrio de la sociedad, condicionando el desarrollo social e imponiendo ideas francamente extrañas. El matrimonio terminó asociado a los diamantes cuando una famosa joyería realizó una campaña bajo el slogan “un diamante es para siempre”; la imagen de Papá Noel que realmente era el San Nicolás de Coca Cola; la costumbre del coffee break como pausa activa en la jornada laboral y otras ideas extremas sobre la belleza y la delgadez de la mujer que se han convertido en un flagelo para su supervivencia, provocándoles enfermedades alimenticias, trastornos psicológicos y muerte, entre otras más penosas situaciones.

Por ejemplo:

             

La publicidad, en aras de su desarrollo poco responsable e inteligente, irrumpió en la cultura alterando sustancialmente todas las creencias alrededor de las relaciones interpersonales e individuales del ser humano con el mundo en general, su contexto socioeconómico, familiar y profesional. Y aunque ahora los creativos publicitarios están tratando de dar un giro a su sutil manipulación, nunca pensaron en el valor moral y ético de su trabajo, ni imaginaron el alcance de sus mensajes. Es por ello que hoy la comunicación publicitaria busca desesperadamente conectar sus ideas con una realidad positiva y consciente, más cerca de la percepción y las creencias, pero mucho más lejos de los razonamientos encubridores y absurdos que afecten el valor de la vida.

¿Será capaz la publicidad del siglo XXI de asumir su responsabilidad en el deterioro social e individual que se vive hoy?

¿Usted, como persona del común, receptor y perceptor de múltiples medios, día con día, no se siente más engañado?

Quizá, sean pocos los publicistas que piensan y hacen publicidad con responsabilidad y ética, pero cada vez serán más, en la medida en que el consumo sea un acto consciente y pensado del hombre.

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