Se dice que los prejuicios son ideas preconcebidas que las personas tienen o se hacen de otras personas, cosas, hechos o situaciones; sin importar si son buenos o malos, no son recomendables para ningún desarrollo estratégico.
Los prejuicios en los negocios sesgan las oportunidades comerciales, limitan la visión, el alcance y el futuro del proyecto comercial y por ende, empresarial.
Estos, así como las creencias y las percepciones, son arte y parte del quehacer humano, las relaciones interpersonales, el desarrollo profesional y el entorno socioeconómico, político y cultural en el que se desenvuelven las personas.
Con frecuencia, el prejuzgar resulta ser un atentado en contra de las mentes abiertas que trabajan en diferentes áreas organizacionales y empresariales, se vuelven un verdadero dolor de cabeza para líderes, creativos, comunicadores, relacionistas públicos, vendedores, clientes y usuarios.
Es inevitable no pensar en la carga negativa que posee un prejuicio, ya que se cree que las personas se comportan como se ven, llegando al punto de ser categorizadas y hasta rechazadas, pues podemos percibir de ellas una imagen equivocada.
Sin embargo, estos son también una herramienta defensiva que sirve sólo los tres primeros segundos del contacto visual o corporal, tiempo del que se dispone ante una posible amenaza, es decir, lo que justamente tardan en reaccionar los reflejos para proteger la vida.
Por lo general, cuando las personas se conocen, prestan una atención del 80 % a lo que perciben y un 20% al comportamiento, un reconocimiento primario que muchas veces genera datos poco claros para los sentidos y que no es suficiente para determinar cuan verdadera o falsa puede ser esa información.
En los espacios de trabajo, uno de los primeros obstáculos para la comunicación y un óptimo ambiente laboral son los prejuicios, los cuales enmarcan en imágenes arquetípicas de la cultura o en ideas referenciadas de la misma imagen, dejando de lado la experiencia del contacto directo entre ellos y sin vicios como la ironía o la prevención.
En este sentido, tales valorativos desvinculan la realidad corporativa del negocio, creando un ineficaz servicio al cliente y una ineficiente respuesta a sus necesidades.
Los prejuicios en los negocios, las estrategias, el trabajo y las relaciones laborales siempre vulneran la integridad de la organización. Aunque no gusten, existen. Lo ideal es que no se les dé la posibilidad de pervertir las acciones propias del ejercicio laboral y profesional planteadas en la estrategia empresarial.
¡Qué no te pase a ti!
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