Escribe: Catalina Morales.
El dia de ayer tuve el placer de leer un breve articulo que me lleno de esperanza.
Como residente de la ciudad de Medellin he sido testigo del impacto dañino de una creencia adquirida tanto por parte de la mayoría de la población femenina de la ciudad como de la población masculina.
Se trata de la “venta” perversa de un modelo de belleza deformado: el modelo de la extrema delgadez, afectando la salud y por sopbre todo la propia autoevaluación de las mujeres convirtiéndolas en objetos al servicio del comercio. Los hombres que empiezan a entrar en esa “onda” sufren de una enfermedad que se llama “vogorexia”, el abuso del ejercicio, del gimnasio.
Aunque abordo este tema desde la localidad, se que el modelo de la extrema delgadez tiene repercusiones a nivel mundial y que es una preocupación generalizada hoy en día.
La ciudad de la eterna primavera, con todos sus logros, avances y realizaciones, tiene un doloroso reconocimiento adicional: Una ciudad “exportadora” de mujeres “hermosas”, ciudad natal de destacadas modelos y foco de “cazatalentos” de grandes agencias; un extraño reconocimiento que opaca temas cruciales como desarrollos científicos, avances tecnológicos, premios de categoría mundial, entre otros.
Es necesario considerar así mismo que la ciudad de Medellin ha liderado campañas de prevención de la anorexibulimia, y ha desarrollado iniciativas desde diversidad de frentes (publicitario, académico, comercial) reclamado no sólo el respeto por la mujer y denunciando el proyecto delgadez, sino promoviendo una autovaloración y luchando contra la inequidad de género.
Debo reconocer que esta lucha no ha sido sólo local. Les dejo aquí unos ejemplos ( 01 – 02 – 03 – 04) de iniciativas comunicacionales que se han tomado en los medios, levantando la vos frente a un problema en donde las mujeres suelen ser su principal víctima.
Mi esperanza radica en este artículo, donde se evidencia que la voz a llegado a oídos atentos y las acciones desde las altas instancias se están viendo.
La lucha ha valido la pena, la esperanza sigue en pie y las razones para continuar en el camino hacia la reconquista del respeto y la tolerancia en el terreno de la comunicación publicitaria son sólidas.
Hoy reitero que creo en la publicidad inteligente y responsable hacia consumidores conscientes y autónomos.
Los invito a leer y comentar sobre este tema. Ayúdenme a confirmar mi teoría de que no todos somos analfabetas funcionales.
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