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El penoso drama de la Alcaldía de Medellín
Ha existido, desde los remotos tiempos de la “Propaganda Fide” una idea confusa sobre las diferencias entre comunicación e información. La confusión es tanto más dramática cuando la gestión comunicacional se hace desde las instancias del poder.
Quienes están en el poder asumen que la información reemplaza la comunicación. Un poco la lógica del viejo párroco que responde a la anciana camandulera cuando se queja porque no hubo misa de seis:
“Yo puse en la cartelera que no habría misa de seis hoy. Si usted no se enteró es culpa suya porque yo avisé”.
El poder es feliz avisando y dando órdenes: “Invertimos”, construimos, “somos”…”Di no a la droga”, “Ayuda a los niños”, “No pase”, “Inscribe tu cédula”.
La información va siempre en una sola dirección, en el caso de las monarquías, desde el poder hacia los súbditos, pero la comunicación es otra cosa.
La comunicación propone respeto por el otro, entender su manera de pensar, neutralizar prejuicios y percepciones distorsionadas con retroalimentación, hacerse entender. Nada de eso se observa en este estilo.
Y es que el poder tiende a auto- distorsionar la idea que tiene de sí mismo, porque se ubica en una instancia superior. Cada alcalde, cada gobernador, cada presidente es su propia versión de “Yo el supremo”.
Para la muestra, la administración del Alcalde Federico Gutiérrez, cuya arrogancia informativa se hizo palpable con su campaña inaugural “portate bien” (El rol del padre que asume a los ciudadanos a la manera de hijos menores de edad, incapaces de comportarse de una manera diferente a lo que ordena el progenitor). Y, a partir de allí, la autosatisfacción de reemplazar la gestión por mantener informada a la opinión pública a través de las redes sociales. El espejismo de Facebook, el delirio de Twitter, cuya ficción de cercanía engolosina y acrecienta la distorsión.
La falacia narrativa
Esa es la denominación que da Nassim Nicholas Taleb a la generalizada obsesión por explicar todo lo que ocurre en beneficio de nuestras propias ideas (¿no han notado que los discursos del Papa le “sirven” argumentalmente a todos, incluso a aquellos para quienes todo acto de conciliación es una amenaza?). Hay falacia narrativa en la interpretación que cada administración da a las cifras de aprobación de la ciudadanía en esta ciudad y este departamento. Desde cuando las mediciones existen, Medellín ha tenido SIEMPRE el mejor alcalde del país y Antioquia el mejor gobernador. Los paisas no estamos dispuestos a quedar de segundos en nada.
Es pues comprensible desde esta perspectiva que hayamos sido testigos en tan poco tiempo de una suma de piezas “comunicacionales” en las que abundan las imprecisiones, los errores ortográficos y de sintaxis, las cifras incorrectas, las invenciones. No hay inocencia en ese resultado. Es, por el contrario, toda una expresión del desprecio por el acto comunicacional mismo y por quienes van a recibir el mensaje. Es también el reflejo de un estilo de pensar que no solo confunde el lenguaje coloquial y la sabiduría popular con la chabacanería, sino que hace de la fuerza, la “virtud” única que se requiere para gobernar.
Tal vez el ejemplo más relevante y reciente de esa actitud es la campaña interna “si no fuera duro todo el mundo lo haría…”
Es fascinante. El gesto, toda la semiología del mensaje, tiene una connotación sexual. Hay que hacer un enorme esfuerzo para descubrir por fin que la “intención” de la pieza es convocar al trabajo duro. En términos comunicacionales la desconexión es más que evidente, no solo por lo que significa en una perspectiva filosófica (todo trabajo es ajeno al placer de hacerlo, el trabajo es un castigo de dios, este es un valle de lágrimas, vinimos a sufrir) , sino por lo que representa la unilateralidad, la visión torva de la comunicación desde el poder, la lógica de dar órdenes (portate bien) que, de cara a esa pieza, significa así mismo: tienes que hacer lo que te digo aunque no te guste, aunque te genere sufrimiento. Es voz populi el maltrato generalizado… tal vez la intención última de ese mensaje y de todo lo que a diario nos pide la alcaldía, sea una convocatoria al sacrificio.
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