Por: Alberto Morales
Bueno, transita usted por círculos de amigos y conocidos, conversa con empresarios, con amas de casa, con gentes del común, y prospera la queja sobre los escandalosos niveles de corrupción a los que hemos llegado en este país, la ausencia de valores, la desaparición de la ética.
Es un discurso que se expresa además con el rostro compungido y un tono que permite entender que esa ausencia de ética, esa negación de los valores es ejercida por los “otros”.
Así las cosas, esos amigos y conocidos, empresarios, amas de casa y gentes del común serían, por el contrario, personas que al lamentarse de la corrupción, tienen una condición de avanzados, mentes lúcidas interesadas en encontrar una solución.
Entonces ve unos casos como este:
La semana anterior la Corporación Empresarial del Aburrá Sur convocó a una presentación de la estrategia diseñada por la Gobernación de Antioquia para combatir la corrupción. “Antioquia Legal”.
Se seleccionó un buen auditorio, un buen día, una buena hora, para facilitar la asistencia.
La invitación se hizo a una base de datos de 300 personas, todas educadas, sensibles, líderes de grupos humanos, responsables.
Asistieron quince personas. ¡Quince!, sólo 15. Es decir el 5% de los convocados.
Se debate uno en si sentir vergüenza o indignación, porque es facil descubrir que el problema central es de coherencia. De dientes para afuera predicamos sobre la necesidad de un mundo mejor, pero a la hora de la verdad triunfa la indiferencia.
Razón tiene Victortia Camps. Es la indiferencia el caldo de cultivo de la desmoralización de la sociedad.
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Imágenes Fotograficas de Corpo Aburra Sur