Ley Lleras 2.0, dignidad y desarrollo

escribe Alberto Morales.

 A horas de iniciarse la Cumbre de las Américas, el Congreso de la República aprobó con una urgencia inusitada la ya tristemente conocida Ley Lleras.

 Se trataba de una expresión de “buena voluntad” para el Presidente Obama que, en la lógica de quienes  la aprobaron, aceleraría la puesta en marcha del también tristemente célebre TLC con nuestro país.

 Tal cual sucedieron las cosas:  El TLC entrará en vigencia a mediados del próximo mes de mayo y, desde luego, los Estados Unidos están felices con la promulgación de la Ley de marras.

 Y entonces, empezaron a aflorar de manera dramática las voces de alerta de sectores económicos estratégicos que ya no tienen duda alguna en el sentido de que el Tratado los conducirá a la ruina, y empieza la opinión pública a entender que la charada de estos “tratados” estriba en la ficción de una equidad inexistente entre grandes potencias y países que, como el nuestro, tienen economías maltrechas y están a gran distancia del desarrollo. Es un poco la protocolización de un negocio leonino en el que “todo es para mi y nada para ti”.

 Con la misma lógica perversa opera la Ley Lleras, pues el supuesto teórico de la defensa de los derechos de autor opera también bajo el imperio de la ley del embudo: Todo para allá y nada para acá.

 En pleno escenario de la sociedad de la información, la web es también un reflejo manifiesto de la brecha existente entre los países desarrollados y los países atrasados.

A no dudarlo, la ley favorece de manera manifiesta la producción intelectual norteamericana y constriñe el acceso al conocimiento que puedan tener los ciudadanos del tercer mundo.

 Inserta en la lógica del TLC, la Ley Lleras no sólo perpetúa el atraso sino que fué aprobada en un ejercicio de ausencia de dignidad que da tristeza… Ahí vamos…

 

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