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“Los Magos odian nuestros pensamientos concatenados…!
Henri Michaux
Escribe: Alberto Morales G.
Edgar Morín (1921) es un sociólogo y filósofo francés a quien se debe el inicio de la reflexión sobre lo que denominó el “pensamiento complejo”. Se trata – dice él- no de una manera de pensar sino de una “estrategia de pensamiento”, una forma de pensamiento, que no es reductiva, que no pretende totalizar todo, sino reflexionar sobre todo.
Su discurso replantea conceptos. El muy utilizado abordaje interdisciplinario, del que tanto se habló en las universidades del siglo XX, da paso a lo que él denomina “enfoque transdisciplinario y holístico”, que si bien no olvida la noción de las partes en el análisis, las enfrenta en su condición de “constituyentes del todo”.
Alguien le pregunta al profesor Morín qué es el pensamiento complejo, y él responde en un blog oficial (www.multidiversidad.edu.mx): “Cosmovisión compleja: cuando se realizan elaboraciones de carácter filosófico como en el pensamiento sistémico de Bertolanffy, y desde los setentas, las investigaciones de Ilya Prigogine acerca de la necesidad de comprender la inestabilidad como propiedad de la naturaleza y la reconstrucción de nuestras relaciones con ella… este tipo de elaboración filosófica-cosmovisiva relaciona los estudios científicos con la vida práctica: De la explicación del mundo como un sistema que exhibe propiedades complejas...”.
Pero en donde Morín es realmente didáctico es en su famoso texto “Introducción al Pensamiento Complejo” (Editorial Gedisa 1990). Allí expresa:
“Hemos adquirido conocimiento sin precedentes sobre el mundo físico, biológico, sociológico. La ciencia ha hecho reinar, cada vez más, a los métodos de verificación empírica y lógica. Mitos y tinieblas parecen ser rechazados a los bajos fondos del espíritu por las luces de La Razón. Y, sin embargo, el error, la ignorancia, la ceguera progresan, por todas partes, al mismo tiempo que nuestros conocimientos…” (pág 27)
Y se explaya en la explicación según la cual la visión “unidimensional” es una visión “mutilante” que se proyecta de manera cruel en el análisis de los fenómenos humanos. “La mutilación corta la carne, disemina el sufrimiento…la incapacidad para concebir la complejidad de la realidad antropo-social… ha conducido a infinitas tropelías...(pág. 32)
Esa relación existente entre la Ley de la Unidad y Lucha de Contrarios y el pensamiento complejo de Morín se ve nítidamente reflejada en su reflexión sobre el cosmos, que “…no es una máquina perfecta, sino un proceso en vía de desintegración y, al mismo tiempo, de organización” (pág. 33)
Lo “complejo” tiene una nueva significación
Antes de Morín, la complejidad era asimilable a todo lo intrincado. De hecho, todos los sinónimos de “complejo” dialogan con esa visión: difícil, enredado, engorroso, embrollado, enmarañado.
Para Morín, lo complejo es aquello que “está tejido en conjunto”. Se trata de sistemas compuestos por una suma de partes que se inter-relacionan y que, miradas de conjunto, exhiben propiedades que no son evidentes a partir de la suma de las partes individuales. Para Morín todo está en las partes y las partes están en todo.
Por eso reflexiona que hay “una nueva unidad de la ciencia que integra la antropología, la biología y la física…” (pág. 79). Una nueva unidad de la ciencia que cobra sentido “con el retorno de los expulsados durante los siglos XVIII y XIX…” (pág. 80), haciendo referencia expresa al rigor del dato entronizado por el racionalismo. Esos “expulsados” son para Morín: la creatividad, la inventabilidad, el accidente, el evento y lo aleatorio.
Los tres grandes principios que orientan toda su visión del pensamiento complejo se sintetizan así:
1.- El Principio Dialógico, según el cual “orden y desorden pueden ser concebidos en términos dialógicos. Se trata de “mantener la dualidad en el seno de la unidad” (pág 106)
2.- El Principio de la Recursividad Organizacional, que le permite afirmar “los individuos producen la sociedad que produce a los individuos”(pág.107), con el que explica lo que él denomina el “proceso de remolino”.
3.- El Principio Hologramático. Con el que sustenta su aforisma “la parte está en el todo y todo está en las partes” (pág 107). Es fundamentalmente este principio el que configura todo su discurso sobre la transdisciplinariedad, la no especialización. Su conclusión es contundente: “el menor punto de la imagen del holograma, contiene la casi totalidad de la información…” (pág. 107)
No es solo Edgar Morín
Es bueno recordar a Anaxágoras, el filósofo, geómetra y astrónomo griego del siglo quinto antes de Cristo, que con sus “homeomerías” (partículas invisibles e inalterables que son constitutivas de lo existente) planteó el principio nodal de su pensamiento: “todo está en todo y forma parte de todo”
Esa visión de “entramado” que viene revolucionando el pensamiento contemporáneo, se expresa ya en las más diversas áreas.
La industria revisa de manera juiciosa los procesos de producción y ya no los entiende como compartimentos especializados, ahora habla de la “polivalencia”, un método de trabajo que permite al operario intervenir en tareas de diversa índole en el proceso.
Y una mirada a conceptos como la “ecosofía”, el “ambientalismo holístico”, la “bioética”, (para no citar sino tres ejemplos) encuentran gran afinidad con el pensamiento complejo y reafirman una nueva realidad: que la parcelación de los saberes, el desunirlos y fragmentar, son ideas que hacen parte de esos paradigmas mecanicistas del pasado.
Por el contrario, no solo está demostrado que todos los conceptos, todos los saberes, todas las teorías, están interconectados, sino que no existe una jerarquía de conceptos, que no hay una disciplina que sea superior a las otras, o determine a las otras.
La Tercera Ola, ese texto sobresaliente de Alvin Toffler (Plaza & Janés 1981) aborda una reflexión parecida al hablar del “problema del entretejimiento” (página 391).
Dice que “nuestras instituciones políticas reflejan una anticuada organización del conocimiento (¡es un planteamiento que hace Toffler hace 36 años!) Todo gobierno tiene Ministerios o Departamentos consagrados a campos concretos tales como la economía, los asuntos exteriores, la defensa, la agricultura, el comercio, el correo o el transporte.
El Congreso de los Estados Unidos y otros órganos legislativos tienen, similarmente, comités destinados de manera específica a tratar los problemas relativos a esos campos. Lo que ningún gobierno de la segunda ola puede resolver – ni aún el más centralizado y totalitario – es el problema del entretejimiento: cómo integrar las actividades de todas estas unidades para que puedan producir programas metódicos y totalisistas, en lugar de una confusa mezcolanza de efectos contradictorios y mutuamente anuladores…”
Y concluye: “…Si hay una cosa que hubiéramos debido aprender en las últimas décadas, es que todos los problemas sociales y políticos están entretejidos, que la energía, por ejemplo, afecta a la economía, la cual, a su vez, afecta a la salud, la que, a su vez, afecta a la educación, el trabajo, la vida familiar y mil otras cosas.
El intento de tratar por separado problemas nítidamente definidos, aisladamente unos de otros – fruto de la mentalidad industrial- no hace sino crear confusión y desastre…”
Otra gran síntesis de lo que representa esta reflexión se encuentra en lo que se ha dado en llamar “el pensamiento sistémico”, un enunciado que originalmente defendió el muy inteligente y muy austríaco Ludwig von Bertalanffy (1901-1972) bajo la denominación de “teoría General de los Sistemas”, con un enfoque biológico, y que empezó a resonar en otras disciplinas como la psiquiatría a través del Profesor Kur Goldstein (1878- 1965) o de la fisiología con el profesor Walter Cannon (1971-1945).
Hay consenso en el sentido de que fue Talcott Parsons con su texto “El sistema social” el que dio vuelo al estructuralismo en la sociedad.
Aunque duramente criticado, en tanto pareciera negar la dinámica de transformación que anida en todas las sociedades, lo objetivo es que todas esas premisas del pensamiento sistémico desencadenaron una evolución que le ha permitido, como bien dice el profesor Mauricio Diaz Espinosa en su texto “Gestión Social en Megaproyectos” (2010. Codesarrollo. Pág 27) ser ...”una piedra angular de las transformaciones que están ocurriendo en el corpus del pensamiento occidental. La más reciente oleada del pensamiento sistémico se inició a principios del siglo XX a partir de diferentes disciplinas como la Física, la Química, la Biología, la Informática, la Psicología y las Ciencias Sociales y desde entonces ha aportado razones para re-pensar el paradigma positivista dominante… el pensamiento sistémico se caracteriza por su defensa de una visión integrada e integradora de lo real, en tanto que el en paradigma positivista dominante, lo fundamental es el análisis separado de las partes…”
Tal vez una de las más brillantes reflexiones sobre el impacto que tiene la lógica de la “especialización” en la neutralización de la producción de conocimiento, la hace Peter Drucker (Las Nuevas Realidades. Editorial Hermes.1990. Pág 363) “…el aprendizaje del especialista académico está rápidamente dejando de ser “conocimiento”. Es en el mejor de los casos “erudición” y en el más común y peor de los casos meros “datos”…el rápido conocimiento de las encrucijadas de las disciplinas y del trabajo interdisciplinario servirá para argumentar que el nuevo conocimiento desde luego no se obtiene ya de las disciplinas alrededor de cuya enseñanza, aprendizaje e investigación han sido organizadas en los siglos XIX y XX”
La referencia que hace Drucker unos renglones más adelante al “juego de los abalorios”, la emblemática novela de Herman Hesse, es más que pertinente. En ese texto se refiere a una hermética hermandad de intelectuales dedicada al placer de la música y el juego, sin ningún contacto con el mundo exterior, para señalar esa vocación de aislamiento de los pensadores e intelectuales alemanes durante el período Nazi.
En la novela, el héroe se revela contra ese “exilio interno” y regresa a lo que llama “el sucio, ruidoso, contaminado y corrompido mundo de la gente de verdad y por lo tanto, del conocimiento real”
En esta perspectiva, la técnica de la comunicación no puede asumirse como en el pasado. Debe abordarse en una perspectiva multidimensional y transdisciplinaria.
No debe extrañar a quien comunica, que el ejercicio se nutra de pensamientos diversos y es ello lo que explica estas consideraciones previas en las que confluyen desde Peter Drucker, Nicholas Carr, Nassim Nicholas Taleb, pasando por Renato Descartes, Baruch Spinoza, José Ortega y Gasset, Hegel o Heráclito, hasta Humberto Maturana o Edgar Morín.
Está claro que los conceptos de “transdisciplina” y “complejidad” están unidos en una relación de vasos comunicantes como “formas de pensamiento relacional, y como interpretaciones del conocimiento desde la perspectiva de la vida humana y el compromiso social”:
“Volvemos entonces a la imperiosa necesidad de proponer, vivir, aprender y enseñar un pensamiento complejo, que vuelva a tejer las disciplinas como posibilidad de humanidad en completud; y que solo de esta manera se vencería la eterna limitación y fragmentación del sujeto separado de sí mismo en la búsqueda del conocimiento.” (Nicolescu, Basarab (1996): La Transdisciplinariedad. Manifiesto. Ediciones Du Roche
Ni la técnica de la Comunicación en particular, ni la suma de áreas y frentes de trabajo que abarcan la suma del conocimiento, es posible abordarla en el mundo de hoy, con la lógica de “la especialidad”. Todos tenemos que empezar a pensar y actuar en términos transdisciplinarios.
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(Imágenes tomadas de Pixabay.com)
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