Se sigue confundiendo la información con la comunicación. La gente del mercadeo y la publicidad dice públicamente cosas diferentes a las que hacen, y eso es un pecado mortal.
La publicidad se mueve en un mar de contradicciones.
Nadie pone en duda que la agitación del mercado de competencia y el poder de los consumidores ha perfilado la era de las marcas.
Todos los expertos confluyen en afirmar que como mantener ventajas competitivas en las ofertas de bienes y servicios es cada vez más difícil debido a la velocidad con la que se mueve la información en el mundo contemporáneo, son las percepciones de las marcas las que desencadenan la decisión de compra.
Es razonable pensar entonces que todos los esfuerzos estratégicos de comunicación se centren en conquistar una percepción en beneficio de la marca, pero no. No es eso lo que ocurre.
Pareciera que tanto empresarios como publicistas son incapaces de sacudirse del influjo del producto.
Eche usted un vistazo a los comerciales de televisión que están en el aire, a los anuncios de prensa y mirará un desolador paisaje de información, que no de comunicación, en torno a lo que hacen los productos.
Haga usted todos los esfuerzos de concentración y no encontrará más de tres compañías que estén concentradas en lo que deben concentrarse, en generar una percepción de marca consecuente con sus intereses.
Se está volviendo una peligrosa constante que los líderes del marketing y los publicistas hablen en la academia y en las reuniones públicas de una cosa y se vayan para sus oficinas a hacer otra cosa.