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Escribe: Danisol A.B
@losinnad
Uno de los más grandes aciertos estratégicos que tiene una marca es conocer a fondo su público objetivo, un ejemplo de ello es el trabajo realizado por empresas como Lego.
Una marca que ha sabido conservar sus valores y proyectarlos en todos sus productos, de una manera creativa e innovadora ha conseguido permanecer en la memoria para el disfrute del niño como consumidor directo, y hasta del adulto que aún no pierde su capacidad de juego y deja salir su niño interior.
No basta con segmentar para destacarse en el medio, hay que tener claridades con respecto a los gustos, rutinas, dinámicas y comportamientos de los clientes o público objetivo potencial.
Saber que hace el cliente en determinadas épocas del año, cómo reacciona ante situaciones óptimas o desfavorables del mercado, que desea y el por qué; es útil y necesario para el desarrollo estratégico de la marca. Es así como los esfuerzos tácticos y estratégicos de la marca no solo se orientarán a la venta de productos, estarán en capacidad de hacer proyecciones, proponerse metas para nuevos mercados y captar nuevos clientes, por lo que se hace imperante identificar las aspiraciones del usuario, consumidor o público potencial para poder ser parte de ellas, actualizar la marca e innovar.
Conforme avanza el tiempo, las necesidades y las dinámicas del consumo varían, las personas cambian y por ende el público potencial y objetivo, lo que a su vez demanda atención, estudio y optimización.
Tener claridad en lo que el consumidor, cliente o usuario necesita en cada etapa de la compra, que exige este en la medida que crece o mejor dicho avanza en su edad adulta, le permite a la marca estar mucho más cerca, ser parte de su vida de sus rutinas y cotidianidades, es decir, ya no sería lejana ni imperceptible pues construiría una relación con el consumidor, que es la meta de toda estrategia de fidelización.
Las marcas inteligentes no se piensa en abstracto, se construyen y fortalecen con sus públicos.
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