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La ética, tanto como el respeto y el humanismo son esenciales en el desarrollo de la publicidad que hoy vemos, la carencia de alguno de estos aspectos garantiza sino un rotundo fracaso, si muchos dolores de cabeza para los publicistas.
Atrás van quedando esos ocurrentes mensajes que pretendiendo ser inteligentes y creativos se hacían de doble sentido, dejando múltiples interpretaciones al público objetivo. Dichas propuestas no siempre tenían un fin comercial claro o diferente a la venta inmediata o la espectacularidad engañosa y manipuladora de su producto, acompañado de una intención entre divertida, osada y exclusiva, que pocos entendían. Esto fue en el siglo XX, una publicidad mandada a recoger, enmarcada en prácticas obsoletas.
Ahora en el siglo XXI, la publicidad se topa con un hombre más reflexivo y evolucionado, con unas dinámicas sociales, comerciales y académicas diferentes y mucho más exigente, el mundo publicitario no es indiferente a los problemas sociales, ni a la responsabilidad moral de su desempeño en la sociedad. El mismo hombre no solo le ha exigido cambiar sus enfoques sino también ser inteligente, comenzando por el estudio y análisis de sus propuestas; ya no funciona el viejo dicho “no importa lo que hablen, si es bueno o malo, lo importante es que hablen”.
A pesar del tiempo, todavía hay quienes no han comprendido la magnitud de su trabajo frente a los convencionalismos de las personas, como ha ocurrido en estos últimos días con marcas como Gucci, el portal de citas Match.com, Calvin Klein, o la marca de ropa GAP, que han tenido que modificar sus anuncios, pedir disculpas y hasta retirarlos, porque sin quererlo han jugado con los estereotipos, las creencias y percepciones de su target y público potencial.
Y tal vez no es intencional, ni tampoco obvio, pero a veces en busca de estándares altos de clientes se olvidan en las campañas que estos son mucho más que un grupo de sujetos socio económicos, son un conjunto de personas que piensan y siente, que posee además de una conciencia colectiva una individual, que tienen un sistema de creencias, historias y sueños.
Por ejemplo, en el spot publicitario de Gucci fue expuesto a críticas porque una de sus modelos era exageradamente delgada y esto tiene una connotación negativa pues está asociado a la anorexia, un trastorno alimenticio que ha llevado a muchas mujeres a la muerte.
La publicidad de GAP para ropa infantil generó rechazo por ser considerada racista al mostrar una imagen en la que dos niñas modelan la ropa y la chica blanca se apoya sobre la cabeza de la otra niña que es negra, lo particular es que ambas niñas son hermanas adoptivas. GAP no imaginó tal polémica.
El sitio de citas Match.com pasó su momento incómodo cuando queriendo invitar a la gente a amar sus imperfecciones, empleó en su campaña chicas de cabello rojo y pecas, lo que definitivamente no le gustó a la gente, ¿a quién le gusta que le digan o la traten de imperfecta por tener pecas o ser pelirroja?
Sin duda, los traspiés de estas campañas están determinados por los sistemas de creencias, que cada uno de los diferentes grupos objetivos tiene y que todo ser humano posee, que finalmente dichas marcas han demostrado que desconocen.
La publicidad que se piensa lejos de la construcción del tejido social, a la ligera e irresponsablemente se aventura en un camino oscuro y perecedero. ¿A qué tipo de publicidad quieres apostarle?
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Imágenes:
cnnespanol.cnn.com
www.minutouno.com
www.mundotkm.com
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