A propósito de los exabruptos de A.K. Pradeep y el Mynd como herramienta de investigación.
Escribe: Alberto Morales.
Entonces la gente de mercadeo y de la publicidad salta de la emoción porque ha aparecido una herramienta prodigiosa que va a curar todos sus males: Un “dispositivo del tamaño de un casco con decenas de sensores que se colocan en la cabeza del sujeto como una corona de espinas” y hace encefalogramas que capturan en tiempo real sus ondas cerebrales. El artilugio electrónico detectará entonces sus reacciones ya sea frente a un programa de televisión, un comercial o un empaque. La “certeza científica” al servicio al marketing y la comunicación publicitaria!.
No deja de impresionarme el impacto que producen los prestidigitadores sobre la conciencia y las decisiones de los grandes ejecutivos de hoy. A.K Pradeep cuenta entre sus clientes a marcas tan reconocidas como Intel, Paypa, Pepsico, H.P, Citi y Microsoft. El hecho es que tales marcas antes que hablar bien de las gracias del aparato de marras, hablan mal de las decisiones que toman sus ejecutivos, de la banalidad que los invade, de la superficialidad que los domina.
Esa supuesta “conexión directa entre la función del cerebro y la forma en la que se determina el comportamiento del consumidor” es una falacia.
Probablemente el Mynd de cuenta del comportamiento del individuo en quien se aplican los sensores, pero no puede dar cuenta del comportamiento del conjunto de los consumidores del producto analizado, por la elemental razón de que el cerebro no reacciona de manera idéntica en todos los individuos.
LA MIRADA BIOLÓGICA.
Los fanáticos de la inteligencia artificial tienen a mirar el cerebro humano con la misma rígida e inconsecuente objetividad con la que miran el cerebro de un perro. Asumen que el cerebro es solamente una compleja red neuronal por la que fluyen estímulos eléctricos, de manera tal que tanto la red como los estímulos son reproducibles en el laboratorio.
Están perdidos, como se pierde quien considere que la evaluación del comportamiento de las ondas cerebrales de un grupo de individuos (de cara a unos estímulos puntuales) puede elevar a la certeza estadística sus reacciones e incorporarlas como tendencias inexorables.
LOS CLIENTES SON PERSONAS.
A los expertos en esta modalidad investigativas y a los ejecutivos que los contratan, les gusta mucho mirar los targets como cifras. Olvidan que los bienes y servicios interactúan con personas, seres humanos que transitan por el planeta acompañados de sus propias historias, sus propias creencias sus propias culturas. La mente humana, el cerebro humano está compuesto por mucho más que redes y estímulos eléctricos. Es por ello que, contrario a los animales somos capaces de producir conocimiento, tenemos capacidad de síntesis, y somos no solo emocionales sino sujetos de PERCEPCIONES.
Para los seres humanos la realidad real no existen, la realidad se construye desde nuestros sistemas de creencias.
Probablemente el pobre Juan, muy occidental él, que vive y trabaja en Buenos Aires o Bogotá, reaccione frente al estímulo de la imagen de una modelo voluptuosa y excepcional que luzca calva, pero no será esa la misma reacción del pobre Yassif, que trabaja y vive en Estambul.
Cada reacción, por mínima que sea, está mediada en el cerebro por la historia, el entorno, y los sistemas de creencias de cada persona, pero es fácil entender que un axioma de esta dimensión no sea entendido por quienes frente a su oferta de bienes y servicios sólo ven al frente de ellos hordas de cuerpos biológicos inermes, esperando a ser manipulados…
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