Esta es una pregunta importante de cara a lo que significa el rigor necesario que exige la elaboración de un mensaje publicitario.
Me he puesto a reflexionar que el artista, cuando ejercita su creatividad, cuando concibe una ficción para ser narrada, cuando compone una pieza musical, cuando pinta un cuadro, no tiene responsabilidad distinta que ser consecuente con su propia visión de le estética literaria, musical o visual. En tal perspectiva, si usted le dice al artista que su obra no le gusta, a él esa afirmación poco le importa. Habrá quien comparta su visión.
Si alguien le dice a Fernando Botero que porqué pinta a sus personajes ta gordos, la respuesta más honesta será: “porque a mi me gustan así”. Si no fueran gordas, no serían de Botero.
Pero ocurre que en el caso de la publicidad, el proceso “creativo” no es un ejercicio de libertad.
El mensaje está acorralado por las limitaciones: El público objetivo, las características del mercado, el medio a través del cual se va a difundir, las ventajas competitivas del bien o del servicio, los objetivos mismos que se han trazado para el mensaje, en fin.
Las personas que participan de la “creación” no tienen una responsabilidad con su propia visión estética sino con el resultado del mensaje.
Así las cosas, se me antoja que hablar de creatividad en el ejercicio de la publicidad no es, por lo menos, apropiado o pertinente.
Me seduce mas hablar de comunicación por objetivos, me atrae más la palabra premeditación…